Estatuas en la arena dormidas en la playa
de amores repartidos por todo el universo,
el viento yace quieto ponderando mi verso
y el sol deja su sombra para cuando se vaya.
El beso se entremezcla con la sal que se explaya
entre sorbos de idilios encumbrando el reverso,
las miradas le siguen el delirio es disperso
cual esfinge del tiempo que en pasos se desmaya.
Inmóviles perecen, con la lluvia y la brisa,
admirados de lejos el burgo se extasía
de ese par de siluetas en mar de querubines.
Tan amante que besan los besos de la prisa,
como flores que nacen y mueren en jardines
y el verso que te eleva que llamamos poesía.