Atada al atardecer tristetepienso
la memoria se me aclara entre sus lunas,
y descubro en laberintos de suspenso
que perdimos castigando nuestras runas.
No pudimos fabricar aquel perdón
ni coser el hueco de dolor que hería,
primordial fue nuestro orgullo de algodón
en las rocas de la vida tan vacía.
Yo no pude desnudar la fantasía
ni desandar mi fiel paso en emociones,
pues el rencor me cegaba y me dolía
es por eso que perdí los elabones.
Me refugio en el silencio de la vida
en el beso de suspiro en mi lamento,
y hay un grito de dolor en estampida
que navega en mi poesía por momento.
Hoy el peso de los años me provoca
al calar en tu mirada la amargura,
un poema que en sus versos siempre evoca
ese amor que nos perdimos y perdura.
Todos los derechos de autor
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Maria de los Angeles Espinosa
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