Silencio de campanas.
Ya no escucho el sonido de campanas,
la Ermita de mi barrio se ha dormido,
quizás en el bullicio permitido
ateísmo obligado a las mañanas.
Hay silencios de rezos en ventanas,
los perdones seguro que se han ido
por el techo de teja carcomido,
un tiempo demagogo sin sotanas.
Ya no escucho saludos, ni disculpas,
ni el cántico ferviente religioso,
solo queda lo efímero en la mano.
Un pueblo que se muere con las culpas,
sucumbe el corazón noble y hermoso
al lado del poder mas inhumano.
Un silencio profano,
ha marcado a mi pueblo de amargura,
por la odiada obsoleta dictadura.