Es muy triste la voz de la palabra
si la deja callada la mentira,
la verdad en la tarde no delira
y la noche parece más macabra.
Que paciente hay que ser cuando se labra,
al arar en la tierra que suspira
como verso mortal que se hizo lira
y no espera en un libro que lo abras.
Que silencio después que has dicho todo,
el alivio cercena la conciencia,
no pretendes tomar otro recodo.
Si tu verbo convence la decencia
y te deja perder el acomodo
en un mar de delirios con tu esencia.
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