En la hora desnudada en las pasiones,
la del beso en el labio de descanso,
se duermen los minutos deseados
y los miedos ahogan los fervores.
En esa hora crucial de los bemoles,
desertan bellos mares tan lejanos,
palpita la ternura en el parnaso
del alma van creciendo los perdones.
Es la hora de la luna sobre el pelo,
los instintos de amor se vuelven mares
con sus olas de manos con caricias.
Sutilmente te estrujan con esmero,
su empeño te desviste de lo infame
y ríes despeinada por la brisa.
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