Rueda cauta una lágrima tediosa,
por el rostro solaz de tu figura
y no deja la amable galanura,
del triste resplandor que fuera hermosa.
Rueda y cae en un mar tan infructuosa,
se pierde solitaria en la
hendidura,
dejándote tan solo la frescura
y el sabor tan salado de orgullosa.
El viento le evapora hasta el quejido,
secándola, destruye hasta la huella
no queda de su rastro ni el latido,
La nostalgia murió junto a la pena,
terminaron las dudas
sin querella
y el dolor se quedó con el
olvido.
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