Por eso un día te abandoné,tranquila sin darte respuestas,
es que nunca jamás me perdoné,
me usaras en tus burdas apuestas.
Por eso te dejé aquella tarde,
dejándote en tu alma sensaciones,
por eso tu corazón arde y rearde,
es que no le cabían mis razones.
Y ahora amor que feliz respiro,
alejada de tus vagos sentimientos,
es más fácil escribir cuando me inspiro,
sin recordar tus inéditos tormentos.
Es tan libre mi risa y la caricia,
de la brisa veraniega de este mayo,
y presiento es más franca mi sonrisa,
que mi otrora amarga mueca de soslayo.
Que tiempo lamentablemente perdído,
aquel, que te entregaba mis placeres,
y que bello que al fin he destruído,
esos indefinidos afanes de poderes.
Que bella y luminosa es la aurora,
abrazada a mis mágicos romances,
ahora disfruto la vida a cada hora,
con la amante sencilléz y sin percances.
Mis ilusiones vuelan raudas librementes,
por un cielo diferente con estrellas,
hasta encuentren algun día ése puente,
donde logren descansar como doncellas.
Maria de los Angeles
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