Impávida contemplo la agonía
en el umbral del lapsus reluciente,
silbidos se desprenden de la fuente,
del todo que percibo cada día.
Tristezas con olor a lozanía
se mueren con la tarde de mi mente,
causando la nostalgia en mi corriente
y el vicio resumido en mi apatía .
Se deprime la noche con la ausencia,
carente del deseo que se muere,
sin sentir un latido de clemencia.
Suspiran las estrellas con mi calma
porque saben que llora -el miserere-
prendido en la capilla de mi alma.