Tiene mi canto un algo quejumbroso,
sombras de mar que crecen con deidades,
Ninfas y Náyades…divinidades,
surcan los bordes de mi sueño hermoso.
Tiene en su magistral clamor -reposo-
Homeros que desvisten las edades,
sus ritos con clamores de ansiedades
sin poderes, se quedan lujurioso.
Mi sueño se despierta sin sus lagos,
con ríos sin caudales, mañanero,
me dejan el sabor en sus amagos.
Y el beso tempranero del Domingo,
que acompaña sus manos de platero
y detallan la huella que distingo.
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