Él
cabalga junto a mí esta vida loca,
sin
montura se despliega en mi desierto
tras
los valles de requiebros bien despierto,
galopando
con la nube de mi boca.
Él,
se contagia de vida cuando evoca
ese
sexo cadencioso en su concierto,
cuando
amándome se ríe cual experto
del
deseo musical que me disloca.
Él
me deja la mañana enamorada
con
el beso cariñoso amanecido,
su
fragancia se me queda trasnochada
cual
delicia que resbala hasta mi oído.
Sigue
lenta por la piel y queda exacta
en
la síntesis normal de mi alba abstracta.
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