Sujétate letal a mi garganta,
al verbo que no evita el desvarío,
la palabra coacciona al poderío
y su veracidad jamás espanta.
Aférrate al versado que te encanta,
a la rima de amor y del hastío,
cuídate de la garra del impío,
demente singular que se
quebranta.
Pues si sigues la ruta de ese río;
encontrarás nostalgias y tristezas,
agonías descritas de albedrío.
En caminos perdidos a tu paso,
un caudal de letrados con certezas
aplaudiendo tus triunfos y fracasos.
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