Hay un crujir de lamentos y agonías:
niñez sin frutos llorando por el mundo,
universo petulante en lo infecundo
en convulsa y denigrante sinfonía.
Dolor latente de hambrientas felonías,
inocentes que amanecen al segundo,
en sus manos arraigando el vagabundo
deseo, que desvanece fantasías.
Tu mirada fraccionada en las esperas
de un mañana sin futuros, ni esperanzas,
ya no juegan ,ni se ríen querubines.
Solo espero que retornen primaveras,
nuevas lunas confortadas de confianzas,
con arrullos y candor de serafines.
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