Estoy aquí para amarte;
por fin… en mi templo te espero,
con el alma y mis abrazos
y el laúd, de mis resquebrajados miedos
entre suspiros ajados,
guardados dentro del pecho.
Aquí estoy para que apoyes;
tus amargos desconsuelos
en mis intrépidos... mares de olas,
prendidas de mis luceros
con la sonrisa gastada en mi boca,
y en mis labios mil anhelos.
Aquí estoy… soy la misma,
que estaba viviendo en tus sueños,
la que amabas locamente,
y abrigaba tus desconciertos,
aquella que te acariciaba
cuando, con el deseo despierto,
tristemente la llamabas
en la oquedad de tu credo.
La que llega con la Aurora
marchándose entre lamentos,
la misma que se aferraba
al instante del momento,
la que te llora en la almohada
y te espera en su convento
la que realmente... hoy y ahora;
te espera desnuda en su lecho.
Maria de los Angeles
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