Te siento en el arrullo silente de la aurora
en la luna que abriga mil vidas lisonjera,
te siento en la palabra que viaja prisionera,
te cubres de mi credo más fuerte en cada hora.
Te siento en el minuto de ausencia que demora,
en la lucha perenne que no tiene frontera,
abarcas con tu manto los ríos de mi espera
y los hijos lejanos te llaman salvadora.
Te siento en cada gesto mi virgen venerada,
allí junto a tu cobre de amor descubro el alma
y dejo con respeto toda mi devoción.
De rodillas te pido bendigas la alborada,
mis hijos y familia los miedos de mi calma,
te dejo mis anhelos e imploro tu perdón.
María de los Ángeles Espinosa
(DERECHOS DE AUTOR 2014)