En cabellos ventosos del verano,
un día me miré y era tan vieja
me vi tan consumida cual madeja,
mis ojos mis facciones y mi mano.
Sentía todo el peso de un decano,
mis espaldas curvadas y la queja,
del silencio de años que me deja
el sabor de aquel tiempo tan humano.
Por eso con mis canas afanosas
al filo de más épocas austeras,
prefiero ya vivir mis primaveras
en los besos mas locos y los cuerdos,
refugiada entre pétalos de rosas
y un mundo fascinante de recuerdos.
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