Maldita zorra ponzoñosa y taimada,
no te cansa tu maldad tan erudita,
y tu boca no se sella y decapita
y persiste en ser dañina y solapada.
Maldita mil veces más y desgraciada,
que presumes con tus aires de afrodita,
yo te observo enmascarada de ovejita,
entregándote la burla en carcajada.
Te mereces que te juzguen por ingrata,
que descubran tus banales convicciones,
no mereces de las flores su respeto.
La vida te cobrará sin condiciones,
como el mar le cobra siempre a
la fragata
y yo solo, te regalo mi soneto.
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