Partiré por el sendero más estrecho,
por el limite del tiempo revertido,
con la dulce senectud de lo vivido
e infinitas olas tiernas al acecho.
Partiré con el dolor de lo mal hecho,
con la calma pasajera del olvido,
entre dudas del amor que se ha perdido
por la senda del temor y del despecho.
Dejaré como baluarte sortilegios,
mis consagradas poesías, mis andanzas,
el soberbio talismán de mi confianza.
Con el beso consentido de mis rosas,
como musa celestial de mis arpegios
y el compás parsimonioso de mis cosas.
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