Que sobrada se quedaba la palabra
ante el beso perdonable de extravío,
en tu pelo quedo ahora dibujada
tu sabor en mi boca está prohibido.
En tu piel nadó gozosa la fragancia
del deseo que impregnado se clavara,
un latir que nace dentro de tu alma
de mirar en los cofines de mi cara.
Nacen brazos con caricias de tus fuentes
y mis aguas por tu cuerpo se resbala,
es un río de miradas tan ardientes
un deseo que escondido no se acaba.
Y por eso fue tan muda la palabra
el rumor de las delicias la acallaba,
es por eso simplemente vida mía
tu recuerdo persistente me añoraba.
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