Un amor silencioso se detuvo en mi puerta
de mirada ambarina con nieves en su sien.
Solitario y amargo con su dolor de sombras
y un dulce delirio colándose en mi piel.
Yo le digo quieto; no duermas afuera
que aquí entre mis brazos quiero cobijar.
Ese rostro dulce de intensos momentos
ésa voz timbrada pausada en vibrar.
Este amor tan grande de tiernas memorias
abrigadlo quiero con toda mi pasión.
Es un niño grande que vuela en el viento
un alma que busca en mis predios sol.
Extraño vagabundo de cardos y espinas
que brota cual nardo de versos en flor.
Y quiero acogerlo en mi pecho inerte
con ese delirio, que torna el resplandor.
El pobre no sabe que viva, yo muero
que siento en sus letras todo el esplendor.
Que es hombre, delicia, caricia y poeta,
en mi tiempo lento, carente de fervor.
Yo que lo dibujo en mis cristales opacos
y beso sus labios sin pena ni rubor.
Y luego le digo sigue por tus pasos
no te des la vuelta, pájaro cantor.
Que solo al pensarte llegas a mis huesos
y cuando te sueño eres mi cursor.
Te grito silente; es tarde estoy cansada,
sigue los caminos en busca del amor.
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